• San Marcos Sierra, Córdoba

    Cantos Sagrados

    La inserción ciudadana Mbya Guaraní en el universo social tanto provincial como nacional y su reconocimiento como productores histórico culturales –fuera del ámbito de lo folclórico, son casi nulos o en su defecto manipulados. Se calcula que la población Mbya de Misiones es de aproximadamente 3000 personas, que a su vez están distribuidas entre 30 o 40 aldeas. En la zona de Iguazú se comprobó que de 260 menores de edad 160 padecían desnutrición. Se estima que cada cuatro días muere un niño o niña Mbya por enfermedades que en su mayoría son evitables o al menos tratables. Las aldeas Katupiry, Tekoa Arandú y Ka’akupe. se encuentran en el monte, llegar a ellas significa adentrarse en la profundidad verde por caminos de tierra roja. Las casas están esparcidas entre la fronda, se distinguen prolijos campitos sembrados de mandioca y de maíz entre humedales cubiertos de mariposas sedientas. De esta relación tan inmediata con el medio nacen historias y mitos de profundo valor para la pervivencia como comunidad. Los cantos sagrados Mbya se entonan casi entrada la noche. Al atardecer es cuando llegan los músicos: el Guía, la guitarra, el violín y las niñas y niños del coro que llevan los bastones rítmicos Takuapu, las maracas Mbaepú y las varas Popygua. Muy lentamente comienza en la penumbra el relato en la voz del guía, el Opiguay, narrando a los niños y jóvenes las historias de la Tierra Sin Mal, es un momento ritual de gran respeto. En cada aldea frente a la última luz del día es el momento en que se disponen para convocar protección y manifestar agradecimiento. Estos cantos son un tenue pero persistente alumbrado, respetuoso y sentido, en la oscuridad del monte.
    Cruzar el Río Negro

Ka'akupe

Adobe de Katupyry

Centro comunitario de Kaakupe

Josefa de Tekoa Arandú

La selva es mi patio en Tekoa Arandú

Memoria viva en Katupyry

Ravé, el violín de tres cuerdas

Chamorro, Opiguay de Tekoa Arandú

El umbral de la noche en Katupyry

“Lo que nosotros tenemos forma parte de nuestra cultura y no debemos olvidarlo. Es nuestro dios quien nos ha dado la sabiduría, y por eso no debemos olvidarla ni dejar que los niños la olviden, deben cantar porque así es el don de la sabiduría, porque nuestro dios es quien nos la regaló y dio para los niños. No vamos a olvidarla, porque nuestra música no es sólo para escuchar, es para sentir, nos fortalece y fortalece nuestra espiritualidad.”

Rodolfo Chamorro, Opygua de la Aldea Tekoa Arandu